COMENTANDO EL MOVIMIENTO TRANVIARIO

En presencia del resultado de la huelga tranviaria, podemos decir que este movimiento ha sido un verdadero fracaso. A propósito de su desarrollo vamos a hacer notar algunos hechos que nos sugiere la observación de las distintas fases de esta huelga desgraciada. Se declaró esta huelga repentinamente. El cielo de las actividades obreras estaba en calma, y si bien es cierto que en estos tiempos las borrascas se generan con extrema facilidad, no lo es menos que nada hacía presagiar tan cercana tempestad. Desdeñando los tanteos y escaramuzas, los obreros tranviarios entraron inmediatamente en acción, y decretaron el paro, presentando al momento un pliego de condiciones a la Empresa, que ésta, rechazó de plano. Esto, lejos de indignar a los huelguistas, los acható, y así fue, como, en lugar de desarrollar una acción revolucionaria, se limitaron a declamar en los comicios de la Alameda. La Empresa no se inquietaba ni con mucho por la huelga. Mantuvo durante tres días un silencio esfingiano, y al cabo de maduras reflexiones resolvió que talvez podría sacar algunos tranvías, custodiados por carabineros.

Salieron los tranvías, que fueron recibidos con grandes suspiros de alivio de parte del público, y los obreros siguieron en su mansedumbre, nombrando comisiones, visitando varias veces al día a don Arturo y enviando comunicaciones a la Junta Provincial para decretara la huelga general. El Directorio de la Compañía no podía reunirse y era imposible reabrir discusiones sobre el pliego presentado. En esta situación de ansiedad se produjo la intervención de las autoridades y se llegó al término del movimiento. Los obreros tranviarios, reunidos en sesión plena, acordaron aceptar el pliego de contraproposiciones formulado por la Empresa. La actitud de la Empresa ha sido bastante sugestiva. Otrora, frente a una huelga, rápidamente hacía gestiones para poner pronto en circulación nuevamente los tranvías custodiados por soldados, a quienes se les daba así ocasión de ejercitar sus rifles contra los exaltados huelguistas. Hoy, a pesar de contar siempre con esta ayuda, la Empresa no se apresuró a hacer salir los tranvías. Recordaremos que esta Sociedad tiene pendientes unas gestiones sobre alza de sus tarifas; y ha de aprovechar seguramente todos los medios capaces de molestar a estos buenos ciudadanos de Santiago para realizar sus propósitos. Los dirigentes del gremio de tranviarios han dado pruebas de una escasez de visión sin límites.

Después de haber lanzado a los obreros en un movimiento problemático no han sabido dirigirlo, mantenerlo con energía, y llevarlo a su fin honroso. Han demostrado una bella ineptitud que nos hace pensar hasta que punto habrá influido la Empresa en sus resoluciones.

Pensemos también que siempre han de llegar a un fracaso más o menos ruidoso, los movimientos llevados a cabo por los obreros organizado en gremios.

Veremos siempre el caso de una huelga de tranviarios que no se hará sensible gracias a las actividades de los chauffeurs, carreteleros, etc., que por estar organizados en otros gremios no se sienten obligados a declararse en huelga, salvo que esta se haga general.

Muy distinto sería si los obreros tranviarios, junto con los chauffeurs, carreteleros, cocheros, etc., estuvieran organizados en un Sindicato de Transportes. Entonces, llegado el caso de una huelga, decretada por ellos mismos, y manejada por ellos mismos, gracias a su organización, el movimiento llegaría necesariamente a un éxito seguro.

OMNIA.