CREPUSCULARIO

 

(Del libro “Crepusculario”, que acaba de pu­blicarse.)

 

Fueron creadas por mí estas palabras con sangre mía, con dolores míos, fueron creadas!

Yo lo comprendo, amigos, yo lo comprendo: se mezclaron voces ajenas a las mías, yo lo comprendo, amigos! Como si yo quisiera volar y a mí llegaran en ayuda las alas de las aves, todas las alas, así vinieron estas palabras extranjeras a desatar la obscura ebriedad de mi alma.

Es el alba, y parece que no se me apretaran las angustias en tan terribles nudos en torno a la garganta. Y sin embargo, fueron creadas, con sangre mía, con dolores míos, fueron creadas por mí estas palabras!

Palabras para la alegría, cuando era mi corazón una corola de llamas; palabras del dolor que clava, de los instintos que remuerden, de los impulsos que amenazan, de los infinitos deseos, de las inquietudes amargas, palabras del amor, que en mi vida florece, como una tierra roja llena de umbelas blancas.

No cabían en mí. Nunca, cupieron. De niño mi dolor fué grito y mi alegría fué silencio.

Después los ojos olvidaron las lágrimas barridas por el viento del corazón de todos.

Ahora, decidme, amigos, dónde esconder aquella aguda fuerza de los sollozos.

Decidme, amigos, donde esconder el silencio, para que nunca nadie, lo sintiera con los oídos o con los ojos.

Vinieron las palabras, y mi corazón, incontenible como un amanecer, se rompió en las palabras y se apegó a su vuelo, y en sus fugas heroicas lo llevan y lo arrastran abandonado y loco, y olvidado bajo ellas, como un pájaro muerto, debajo de sus alas.

PABLO NERUDA.