Lucha contra insectos

CARTILLA APROBADA POR LA ACADEMIE DE MEDECINE DE PARIS EN DICIEMBRE DE 1915

Los piojos, las pulgas y las chinches son parásitos a quienes se cree inofensivos y que en realidad son muy peligrosos, porque pueden trasmitir enfermedades muy graves y temibles.

I

LOS PIOJOS

Los piojos son un signo de suciedad y de negligencia personal. Los que atacan al hombre son de tres especies: el piojo de la cabeza, el piojo de los vestidos o del cuerpo y el piojo de las otras partes vellosas: axila, barba, etc. (1). Los huevos de los piojos se llaman liendres. El piojo de la cabeza no es mucho de temer para las personas que usan cortado el pelo al ras. Para desembarazarse de él cuando se le tiene, se friccionan los cabellos con petróleo, con bencina o con esencia mineral. Se envuelve la cabeza con un lienzo cualquiera, para dar tiempo de obrar al remedio. Al cabo de una hora todos los piojos han muerto, así como sus liendres. Se cortan entonces los cabellos con la máquina y se les quema, y se lava la cabeza con jabón.

A) Piojo de la cabeza (Pediculus capitis) hembra, aumentado 25 veces.

El piojo de las partes velludas distintas de la cabeza (ladilla), puede desarrollarse en todas estas partes: el pecho, las axilas, la barba y aún las cejas. Se les destruye por medio del ungüento mercurial o de la pomada de calomelano, las cuales se venden en las boticas sin necesidad de receta. El piojo de los vestidos es el más peligroso de todos. Esparciéndose entre las masas de población aglomeradas, como tropas, marinería, orfelinatos, habitantes de conventillos, etc., puede diseminar dos terribles enfermedades: el tifus exantemático y el tifus recurrente. El piojo del cuerpo no se mantiene sobre la piel, sino que se esconde en los vestidos y en la ropa interior, y deposita sus huevos a lo largo de los pliegues y de las costuras. El mejor remedio para combatirlo, consiste en cambiar de ropa interior y de vestido y entregar a la desinfección la ropa y los vestidos dejados. Pero si los parásitos no son muy numerosos, se puede recurrir a las fricciones insecticidas. El alcohol, el alcohol alcanforado, el petróleo, la bencina, la esencia de trementina o aguarrás y la naftalina dan buenos resultados. Hay que tener presente que todas estas sustancias son inflamables y que jamás debe operarse con ellas cerca de una lámpara, de una bujía, o de cualquiera otra llama. Sin necesidad de desnudarse, se empaparán el pantalón, la camisa y los vestidos con cualquiera de estas sustancias, echándolas gota a gota a lo largo de las costuras y pliegues. Se pasará, además, por debajo de la camisa un pañuelo o una esponja empapada de bencina o de esencia mineral. Es útil también llevar debajo de las ropas saquitos de alcanfor o de naftalina.

B) Piojo de la cabeza (Pediculus capitis) macho, aumentado 25 veces. C) Huevo o LIENDRE de piojo de la cabeza (Pediculus capitis).

Ladilla (Phthirtus pubis) o piojo del pubis, aumentado 25 veces.

Es un buen remedio friccionarse todo el cuerpo con una pomada compuesta de 85 gramos de aceite o grasa y 45 gramos de esencia de trementina o aguarrás. Para evitar la vuelta de los piojos, son los mejores medios el aseo corporal, y los baños de ducha y los baños jabonosos con la frecuencia posible.

II

LAS PULGAS

Se atrapan las pulgas frecuentando a las personas y a los animales que las llevan, pues pasan fácilmente de uno a otro. Esta noción vulgar nos da una explicación muy simple de las epidemias de peste bubónica. Existen en Oriente localidades en que la bubónica no se extingue jamás: como un fuego que duerme se apaga para estallar después con una nueva violencia, e ir a hacer estragos hasta en las más remotas regiones. Durante el período de calma sólo persiste como enfermedad particular de las ratas, y se transmite de una rata a otra por las picaduras de las pulgas. Cuando la mortalidad llega a ser muy fuerte entre ellas, las ratas se dispersan, e invaden nuevas villas y casas. Cuando mueren, sus pulgas abandonan los cadáveres, y se entregan a la persecución de nuevas víctimas. Si encuentran al hombre, lo pican y pueden inocularte la peste. Así se produce en el hombre el primer caso de esta terrible enfermedad. Después, la pulga del hombre propaga este contagio. He aquí cómo estallan las epidemias de peste bubónica. La peste se trasmite únicamente por las picaduras de pulgas: suprímanse las pulgas, y la humanidad será librada de uno de sus azotes más terrible. Para evitar las pulgas, hay que vivir en la limpieza. Que el cuerpo, la ropa y el lecho estén siempre limpios; no se tolere jamás en las habitaciones ni montones de ropa sucia, ni basuras, en tanto que sea posible, ni perro ni gato. Para ahuyentar del cuerpo a las pulgas, conviene llevar en la camisa y los calzoncillos, saquetes de alcanfor, de naftalina o de yodoformo. En caso de necesidad, hágase uso del pañuelo o de una esponja empapados de bencina o de esencia mineral, como para matar los piojos. Para destruir las pulgas, lávese con agua de Javel o con agua formolada al 2 por ciento, el piso y guardapolvos. Las pulgas ponen sus huevos en sus hendiduras e intersticios; frotando con una escobilla o una brocha, el líquido insecticida obrará con más seguridad. En las piezas bien cerradas, la desinfección por los vapores de azufre o de formol, es muy eficaz. En los puntos en que se duerme sobre paja, debe ser ésta cambiada frecuentemente y destruida por el fuego, sin perjuicio de abundantes pulverizaciones de cresyl al 5 por ciento, que es prudente aplicar todos los días.

III

LAS CHINCHES

Las chinches son esencialmente nocturnas. Su cuerpo aplastado les permite esconderse durante el día en las hendiduras, fisuras e intersticios que pueden presentar la madera del lecho, los sommiers, los muebles, los parquets, las murallas, los cortinajes, etc., por todas partes en donde puedan abrigarse contra la luz. Llegada la noche, se ponen en marcha y vienen a asaltar al durmiente. En general, su picadura es

Chinche (Cimex lectularius), aumentado 15 veces.

dolorosa, y deja sobre la piel una zona roja de unos quince milímetros de diámetro, con un pequeño orificio en su centro. Las chinches no se desarrollan sólo en las habitaciones; se las encuentra también en los carruajes, vagones, barcos, y se las lleva de un punto a otro en el propio equipaje. Pueden instalarse aún al aire libre, allí donde el hombre se ha detenido y a donde volverá. Abundan en los campamentos, no sólo en las barracas, sino también en los claros de los bosques en los páramos y en cualesquiera otros puntos en que ha habido antes aglomeración de gente, principalmente tropas del ejército. Este insecto nauseabundo y repugnante pasa comúnmente de un individuo a otro; puede atacar también a diversos animales. La experiencia ha manifestado que puede inocular al hombre la peste bubónica, la lepra, y el tifus recurrente, y se cree que puede transmitir también la tuberculosis. Ya anteriormente se ha dicho que en el tifus recurrente desempeñan los piojos el principal papel. Las chinches son, pues, animales temibles, que es necesario exterminar. Se desinfectan las habitaciones por medio de vapores de azufre o de formol (2), se deja obrar estas vapores por lo menos durante cinco o seis horas, para permitirles que extingan a los chinches hasta en sus más apartados escondrijos. Las barracas-dormitorios demasiado infestadas, que es difícil sanear, deben ser destruidas por el fuego. Los campamentos y vivaques invadidos por las chinches, deben ser abandonados y destruidos por el fuego. La paja que se use como colchón debe ser rociada con pulverización de cresyl, y renovada tan a menudo como sea posible, y destruida por el fuego. La defensa individual contra las chinches puede efectuarse de dos maneras: 1.a Se separa el lecho de la muralla y se colocan sus pies sobre cubos u otros recipientes que contengan agua adicionada de una pequeña cantidad de aceite o de petróleo. 2.a Antes de acostarse, se practican copiosas pulverizaciones de cresyl en el lecho. las coberturas y todas las partes descubiertas de la cama. Cuando estas medidas no den resultado o no puedan ser aplicadas y cuando se viaje, no hay otra manera de medio-defenderse sino usar para dormir una camisa-calzoncillo cerrada en el cuello, los puños y los tobillos.

IV

LA MOSCA DOMESTICA

La mosca frecuenta las casas, en donde el hombre crea él mismo las condiciones más favorables para su multiplicación. Pone sus huevos en las basuras, en los residuos de cocina, en los excrementos humanos, y principalmente en la paja de las caballerizas y en el guano del caballo. Es ésta la razón por qué abunda tanto en los cuarteles de caballería. En tiempos de guerra encuentra en las camas y montones de ramas o de paja, un buen sitio para poner y una alimentación inagotable, así como en los cadáveres insepultos. La mosca infesta las ambulancias, visitando y yendo de unos a otros, las escupideras, los vasos y cubos de deyecciones, y las ropas manchadas de sangre y de pus, las patas, sus alas y sus pelos se cargan ahí de numerosos microbios, que va, en seguida, a depositar sobre todo lo que toca. Chupando los líquidos nombrados traga estos mismos microbios, que, en seguida, expele vivos y los deposita en todo lugar. Es así cómo reciben nuestros alimentos los gérmenes de la tuberculosis, del cólera y principalmente de la fiebre tifoidea, para no citar más que estos tres ejemplos. La mosca es, pues, un animal muy peligroso; debe desaparecer. Hay numerosos procedimientos para destruirla o para alejarla. He aquí los que es necesario conocer y practicar cada vez que se pueda. En los lugares cerrados, en las habitaciones subterráneas, aun en las trincheras, hacer muchas veces al día pulverizaciones de cresyl, por medio de una jeringa de vaporización. Las moscas son muy sensibles a estos vapores, que no tienen ninguna acción sobre el hombre. En las ambulancias, salas de hospital, dormitorio colectivos, oficinas o sitios de gran concurrencia, y demás lugares semejantes; deben tenerse en las puertas y ventanas redes metálicas cuyas mallas no pasen de 2 a 3 milímetros de claro, Estas redes tienen, además, la ventaja de proteger contra los mosquitos y zancudos. En los locales provistos de corriente eléctrica, pueden usarse ventiladores de paletas. Los alimentos deben mantenerse constantemente, ininterrumpidamente, al abrigo del acceso de las moscas, en cajas cerradas o bajo redes metálicas de mallas de 2 a 3 milímetros de claro, cuando más. Deben destruirse inmediatamente por el fuego las basuras caseras, los residuos de cocina, las piezas de curación, etc. En caso de no hacerlo así, deben sumergirse todas estas cosas profundamente, sea en lechada de cal viva, sea en una solución de sulfato de fierro al 10 por 100, o de cresyl al 5 por 100. De esta misma manera deben tratarse las camas y montones de paja, de ramas, hojas, etc. Deben alejarse inmediatamente e inhumarse los cadáveres, así humanos como de animales, chicos o grandes, como igualmente las vísceras y desperdicios de los mataderos, o destruirlos por el fuego, cuando sea posible. Debe cambiarse frecuentemente la paja de las caballerizas; mientras se la tiene en uso, conviene rociarla con solución de cresyl, lo que es muy ventajoso desde el punto de vista de la higiene de los animales y que no tiene ninguna acción dañina contra ellos. El guano debe colocarse lo más alejado de las habitaciones que sea posible, y alejarlo en cuanto se pueda. En los lugares en que se depositen los desperdicios de las caballerizas, paja y guano, debe enterrarse la paja profundamente bajo el guano. Mientras está cerca de las habitaciones conviene rociar el guano con solución de cresyl. Las moscas ponen sus huevos preferentemente en el guano de caballo; pero en el guano fresco, antes de su fermentación. Durante las primeras 24 horas el guano contiene sólo huevos; en los días siguientes larvas. Tanto los huevos como las larvas son muertos por el calor y los gases que desarrolla la propia fermentación del guano. De manera que removiendo el guano en los tres primeros días algunas veces, y también depositando el guano nuevo en una depresión abierta en un montón de guano ya en fermentación, se tiene seguridad de destruir las nuevas generaciones de moscas. Un metro cúbico de guano de 24 horas produce de 10.000 a 35.000 moscas.

(1) Ladilla.

(2) Previamente se obstruyen las hendiduras y rendijas con tiras de papel engrudado; se enciende una vela de azufre; se cierran puertas y ventanas y se cierra herméticamente pegando tiras de papel en los bordes de las puertas y ventanas.