faroles en el horizonte

MIRADOR

allí están aún las montañas dueñas de la tierra y a veces asoman la cabeza sobre el cielo por el camino donde sólo andan las nubes hasta se atreven a atajar al viento 30 metros más arriba de nuestros brazos viven eternamente en fiesta con los pájaros y las nubes que llenan de banderas el horizonte de repente en el medio de un prado un roble anciano divide el panorama y sigue viaje hacia el cielo este árbol sin duda vio correr las flechas de los indios AFICHE de los campos los pájaros de la ANGUSTIA brotan de los parajes donde el fuego esquiló la maraña alguien les robó el follaje y los hizo hermanos de los templos en ruinas los robles solitarios abren los brazos y llenan de cruces el campo también estiran las manos pidiendo una limosna a los viajeros extraviados en cambio de mostrarles el camino a veces pájaros verdes agujerean su dolor con cantos y traen la noticia que en los golfos del SUR aún hay un estuche de selvas sin abrir y pobladas de ídolos desconocidos después pasan y dejan caer sus gritos hacia él mar

AFICHE veo 2 ciudades 2 hermanas que se invitan a un abrazo y se acerca cada día la PRIMERA íntima como las aldeas como un juguete de la infancia pero llena de novedades que nos saludan al dar vuelta una esquina nos hacen señas desde una vitrina o en el estuche de faroles de la plaza de armas se pasea a la orilla de sus cerros a veces sube o baja junto al río que pasa acarreando pequeñas islas hacia el mar desde una alta montaña se nos cuelga a los ojos toda la luz del panorama la OTRA recostada junto al mar la ensenada del océano pone un espejo al frente desde allí acerca y retira las embarcaciones un infinidad de barquichuelos escriben frente a la playa mientras 2 0 3 grandes barcos hilvanan en sus proas sueños de ciudades lejanas que acaso no volverán a ver los domingos de los pasantes es un traje de color que solo se pone cuando no llueve allí están las 2 ciudades sentadas a la caída de la tarde dándose la mano mientras «SAN VICENTE» y otros hijitos juegan en la playa recogiendo olas verdes y pequeñas embarcaciones pescadoras

UNA CIUDAD ciudad que apenas empieza a salir de la infancia se quedó allá atrás soñando entre un río y una montaña desde aquí está llena de niebla como los recuerdos que se nos escapan y como aquellas personas que se van sin embargo desde un rincón de ese recuerdo de niebla ALGO estira los brazos haciendo señas como un barco naufragante algo grita para atravesar el olvido esto es seguramente la adolescencia que huye como las colinas cuando pasamos en el tren el recuerdo se inclina de bajo de la niebla sauces de bruma y crepúsculo acarrean el otoño sobre el panorama sin embargo ALGO vino detrás de las estrellas un farol obstinado chispea y hace señas aún y es que acaso mientras los cuerpos se nieblan y ALGUIEN les pone humo delante de nuestros ojos un acento de angustia nos sigue y nos hace voltear la mirada desde todas partes...

LEMNA la mirada eterna de las estatuas que se pasean por los jardines en el crepúsculo faroles en el mar escribiendo el peligro reflector mágico y corredizo todo eso eres LEMMA desde aquel parque donde las noches descendían con las alas aromadas sobre nuestros corazones sorprendidos donde 6 estrellas cruzaban la noche y escribían palabras de amor que no comprendiste DESPUES aquella casa llena de galerías y vidrios cruzados de astros en viaje donde tú hilvanaste de música mi partida AHORA llenas de miradas aquel pueblo desde donde los años descienden sobre mi alma delante de mi una enredadera aún sujeta el sol y un farol sobre el horizonte–tu LEMNA–pinta una sonrisa sobre el atardecer tal vez el día me viene desde tus ojos mi alma ya no sabía como sujetar la luz y la proa de mis años se cansa cada día dibujo este canto para ti y tu retrato ausente va llenándolo todo como la mirada eterna de las estatuas en los jardines he aquí que ahora subes sobre la noche y cantas sobre mi corazón...!

1925 GERARDO SEGUEL.