MOVIMIENTO SINDICAL

EN TORNO DE UN CONGRESO DE EMPLEADOS

Los empleados agrupados en la Unión de los Empleados de Chile han celebrado en los días llamados de “fiestas patrias”, un congreso en la ciudad de Temuco. Reinciden por tercera vez los empleados. Veamos ahora con que provecho; pero, digamos antes, algunas palabras acerca de lo que es, a nuestro modo de entender, la Uech.

¿Organización o Institución?

En verdad ha habido numerosos elementos no desligados de la manera burguesa de mirar las cosas que han hecho esfuerzos inauditos, conseguidos en parte, de incorporar a la Uech a la actividad nacional como una institución de derecho jurídico. Tal reconocimiento implícito se obtuvo con la reforma de la primitiva ley de empleados, 4059, reconocimiento conseguido después de gestiones no muy honrosas ni de viriles actitudes, ante el Gobierno de Altamirano. El segundo gobierno de facto, pasado el período de ofrecimientos mesiánicos, rompía la ley y en muchas de sus partes anulaba el reconocimiento ya expresado. Los dirigentes de la Uech, debieron buscar el equilibrio por otro lado. Opuesta a esta tendencia preconizada desde la J. E. ha habido otra, derrotada casi siempre, que ha pretendido hacer de la Uech una organización que alza en los empleados la perspectiva de la lucha social encarada en una de sus manifestaciones más claras y comprensivas: la lucha en contra de la expoliación del trabajo por el capitalismo. Y si para alguna cosa han de servir, siquiera teóricamente, estos congresos, es precisamente para aclarar estas situaciones y establecer rumbos. Sin embargo, un empeño manifiesto ha hecho obrar siempre lo contrario, y las dos tendencias, legalitaria y semi-revolucionaria, ni vencen ni son vencidas por entero. Deseo nuestro sería tratar inextenso estos conceptos de organización e institución. Así, no habría manera de jugar a la gallina ciega con los vocablos. Pero ahora no podemos. Quizás mañana. Y digamos, pegando un salto de 600 kilómetros que se trató y como se hizo este congreso.

El Congreso de Temuco

En este Congreso se hizo lo que suelen hacer los “gallos” diablos. Se hizo un poco de trampa, es decir, quienes manejaban los hilos de la cosa fabricaron delegados, tantos como convenía para hacer una jugadita electoral. Y ganaron, es claro. Y también por ese lado esta congreso ha sido más pobre en frutos y en discusiones que los anteriores. La misma pauta elaborada, con minucioso cuidado y con anticipación bastante, por la Junta Ejecutiva de la Uech lo señalaba ya así. Era el programa, la repetición de las mismas cositas gastadas, manoseadas y fuera de uso, sacadas del estante vacío, vacío de medulosas acciones, de otros años; Habitaciones baratas, hogar del empleado, estatutos y reglamentos, carnes y estampillas, cooperativas de consumos, mausoleo, cooperativas de ataúdes, etc. ¡Ah! Nos olvidábamos: la consabida reforma a la ley. Y nada de lo que es urgente en las organizaciones que se precian de progresistas y que encierran elementos de vanguardia: métodos de lucha, orientaciones en el terreno en que el proletariado ha debido ya plantear su actuación, manera de encarnar la solución del problema social, y los aspectos del mismo, labor de cultura y fijación de posiciones en frente a la Prensa, enemiga de toda aspiración reinvindicacionista, y, la consecuencia: labor de la prensa propia. Y otros problemas y aspectos que no nos acuden mientras salta la pluma rápidamente.

Los frutos ciertos...

Veamos, empero, los frutos ciertos de este Congreso: intromisión de su autoridad en la autonomía propia de un Consejo, el de Santiago, y expulsión, porque bueno es aprovecharse del poder, de dos miembros de este Consejo, Aparicio y Guerra, por una labor de oposición al mangoneo y a las triquiñuelas de los factotum, embestida terrible en contra del Consejo de Santiago y mandato de organización para terminar, de una vez, con los elementos disociadores y subversivos. Otro fruto más: delegación de todo poder de creación y de todo poder de castigo inexorable en manos de la misma Junta Ejecutiva que también preparó tan bonito torneo, como diría un diputado asalariado. Hay que gritar:¡hurrah! por el Congreso y ¡hurrah! porque no se realice otro en el próximo ni en los años venideros.

PANIFICADORES

Estos compañeros panificadores, desmembrados hasta ayer, y ahora agrupados en la Unión Sindical de Panificadores, reivindican un tanto el sentido de la lucha social. Internamente desarrollan una intensa labor de depuración y de acrecentamiento cultural, lo que hará madurar buenas perspectivas en este gremio talvez de los más explotados y sometidos a una manera de vivir casi bárbara. Públicamente se preocupan de agitar la campaña, talvez un poco tardía ya, en contra de la ley de Seguro Obligatorio de Enfermedad e Invalidez, de la abolición del Trabajo nocturno en las panaderías y, algo también, en pro de la libertad de las víctimas de la Justicia de Yankilandia, Nicolas Sacco y Bartolomé Vanzetti.

P. Giaconi.