LA PRENSA DE CHILE

La prensa que en otros países desempeña un papel tan lucido en las luchas por el progreso social, es entre nosotros una cortesana vil que prodiga a la aristocracia sus interesadas lisonjas, halagando sus vanidades y encubriendo sus vicios. Todos los periódicos, con sus banderas de diferentes colores, siguen por un mismo camino cenagoso y se dirigen a un mismo fin. La prensa, el cuarto poder del estado, el vocero y a la vez el inspirador de la opinión pública, ¿en manos de quién está? ¿quiénes la dirigen? –Vergüenza da decirlo; pero ¿por que callar lo que todos ven?– Exceptuando unos cuantos nobles corazones extraviados, los periodistas son individuos ignorantes, fracasados de las aulas, sin carácter ni principios definidos, que escriben por la soldada y sobre cualquier materia, a quienes con frecuencia un amo conduce como atraillados y lanza sobre la res a que desea dar caza. Por eso en nuestros periódicos encuentran cabida todos los errores, todas las inepcias, todas las vulgaridades, todas las cobardías; allí habitan como en casa propia la mentira, el engaño y la calumnia; allí dan sus flores emponzoñadas la lisonja y la adulación; allí se pavonean la fatuidad, la presunción y la arrogancia; sólo la verdad anda corrida, azorada, cubierto el rostro y vacilante el paso. El periodismo, en la forma que aquí lo tenemos es verdaderamente corruptor, y talvez a él, más que a nadie, debemos la delincuencia desembolsada de los de arriba y la ceguedad lastimosa de los de abajo: los unos se han acostumbrado al humo de su incienso y han llegado a creerse grandes y destinados a gobernar y explotar por derecho propio; y los otros sugestionados por ella, han adquirido el hábito de inclinarse y de considerar como seres divinos a los duros usufructuarios de sus fatigas. ¡Quién sabe si habrá un signo que como la abyección de la prensa pregone con voz tan terriblemente clara, la crisis moral que padecemos! Abrid un diario, un diario liberal y serio, el más respetable de todos, el decano de la prensa chilena y uno de los más antiguos de América, y dad una hojeada. En la primera página: Día religioso, un artículo de dos columnas que explica el texto “Cuando viniese (sic) el Espíritu de Verdad, él os guiará a la verdad total”, disertación que por lo pesada y lo insulsa habría envidiado la Revista Católica. Dos páginas más adelante, a continuación del editorial: “Santa obra. El día ............. próximo pasado, sin ruido, sin vana ostentación, en cristiano recogimiento, un numeroso grupo de distinguidas señoras de la sociedad santiaguina, en señal de agradecimiento a la Divina Providencia...” En la quinta página Vida Social, sección dedicada a lisonjear a la buena sociedad; aquí se dan noticias de todos los bailes, tertulias, banquetes, paseos y matrimonios, con indicación minuciosa de todos los concurrentes, incluso los muchachos de la casa para que la lista aparezca más nutrida: aquí se anuncian los noviazgos y las visitas de vistas, el estado de los ilustres enfermos, las defunciones y nacimientos, los cambios de residencia y de domicilio, los veraneos y los viajes. En esta sección es donde triunfan todos los nulos, cuyos nombres pasarían de otra manera del registro de nacimiento al de difuntos sin dar que hacer a las prensas por ningún motivo. Las principales víctimas de la vida social han sido las pobres mujeres que se desesperan por ver allí sus nombres. En esta sección aparecen con frecuencia párrafos como éste: “Fiesta de caridad. (1) Espléndida promete estar la kermés que numerosas señoritas de nuestra sociedad han organizado a beneficio del refectorio de las monjas capuchinas, etc.,” o como este otro: “Para caballeros y jóvenes. Hoy a las 6 P.M. tendrá lugar el retiro que para los jóvenes y caballeros se celebra todos los meses en las Agustinas. La predicación estará a cargo del ilustre Pbt. Don Fulano de Tal. La comunión será el Viernes a las 9 A.M. Se recomienda la asistencia a este piadoso ejercicio”. Después de las tres o más columnas que ocupa la Vida Social, sigue el Turf, que suele abarcar más de una página, con las noticias de las últimas carreras efectuadas, de las que están por correrse, tanto en Santiago como en Viña del Mar, Lima, Buenos Aires y Londres: es el saludo de ordenanza al más aristocrático de los vicios. Enseguida de las carreras de caballos viene con sus tres o cuatro columnas la Vida al aire libre, sección destinada a los deportes aristocráticos como el paper-chase y el polo o democráticos, como el foot ball, box, caminatas a pie, etc. El periodismo ha dado en los últimos tiempos una gran importancia a los ejercicios atléticos y, cada vez que el caso se presenta, llenan los diarios sus columnas con noticias, biografías y anécdotas de los campeones, a veces se honran con reproducir sus fotografías, y mandan siempre a algún repórter a tomar nota minuciosa de sus fuerzas en el pugilato o en la lucha romana. Esta admiración por la fuerza bruta es signo característico de las sociedades que van en decadencia. Muchas veces entre las carreras de caballos y los match de los jugadores de football viene una media docena de columnas destinadas a satisfacer la necia vanidad de los famosos representantes del pueblo, que no hablan en las cámaras para dar razones a sus colegas y convencerlos, sino para ver después reproducidos en los diarios sus discursos aumentados y corregidos, y conquistar fama de oradores de fuste. Nuestros diarios se recrean en estos casos y se les llena la boca cuando tienen que hablar de un conde, un duque o un príncipe. Tomad un periódico al azar y ved por pura curiosidad cuantas líneas dedicó a la memoria del ilustre Koch, ese sabio que empleó su vida entera en bien de sus semejantes, y cuántas columnas llenó con el panegírico a Leopoldo II de Bélgica, al rey calavera y sin pudor que avergonzó a su patria y fue el escándalo de la Europa, por más que el Arzobispo de Bruselas asegure que está gozando de la Gloria Eterna gracias a sus asperjes y responsos. La inmoralidad de la prensa ha ido desarrollándose de una manera tan paulatina que no sólo no nos hemos dado cuenta de la extensión del mal, sino que nos hemos connaturalizado por completo con él. Que un diario obscurezca intencionalmente la verdad, que calumnie, que se niegue a reparar los daños que causó con ignorancia o mala fe, que encubra hechos punibles, que dé proporciones de escándalos a otros para vender una edición mayor, que despierte la afición al juego en sus lectores por medio de rifas o loterías, que se convierta en turiferario impudente de sus propios dueños, que exalte el vicio y abata la virtud, es natural, corriente y no llama la atención de nadie.

Alejandro Venegas.

(1) La hipocresía social emplea la palabra caridad para extraer el óbolo del flaco bolsillo de los pobres y llevarlo a las pletóricas arcas de las congregaciones religiosas.