KODAK

UN PARTIDO QUE SE DESGAJA

No hace mucho que la juventud del partido demócrata, en una convención celebrada en Santiago, aprobó ciertas declaraciones de carácter doctrinario que, errónea y contradictorias, sin mayor nexo entre si, demostraban siquiera el deseo de un cambio de conducta en los rumbos que seguía el partido. Querían que él se pusiera al nivel de las corrientes ideológicas que actualmente conmueven todos los viejos y arcaicos valores. Demás está decir que el estado mayor de esta agrupación política, compuesto por traficantes de los escasos ideales que el partido sustenta; formado por arribistas y mercaderes desvergonzados, para quiénes las ideas son algo así como papeles cotizables en las bolsas comerciales; constituido por hombres que no tienen ningún vinculo de relación con la masa proletaria que lucha por emanciparse en las organizaciones obreras, sonrieron desdeñosos ante una pretensión que iba a menoscabar su expectable situación de proxenetas de la política. Sin embargo, aquellos anhelos y ansias de renovación, fruto más que nada de la impulsividad agresiva que distingue a la juventud, no han caído en el vacío, no se han perdido en el saco roto de los intereses. En estos momentos, la convención que él partido demócrata celebra en Talca, abriga en su seno una fuerte avanzada que lucha encarnizadamente porque el partido recupere su libertad de acción, se liberte de formar comparsa en esos grupos de explotadores de la tontería popular que se llaman Alianza Liberal y Unión Nacional, y realice una labor puramente fiscalista y de oposición en el Parlamento. Y esto ya significa algo. A nosotros, alejados como estamos de todo organismo político: contrarios como somos a cuanto signifique medio representativo para desarrollar acción en bien de los trabajadores, nos inquieta muy poco el resultado que tenga la convención demócrata.. No obstante, hay que reconocer que sería realmente de interés el hecho de que se llegara a la ruptura de ese partido; –maleado y corrupto como ninguno–, que por reclutar sus fuerzas electivas entre los pequeños industriales, la modesta burguesía y un medio por ciento en eso que se denomina “proletariado intelectual”, esté constituyendo un verdadero obstáculo entre el conservatismo estatista que se aferra a las tradiciones y al pasado y los innovadores que pretenden destruir todo lo existente.

Y VA DE INTELECTUALES

La venida a Chile de don Jacinto Benavente, el amigo predilecto de Ramón Pérez de Ayala, el palaciego adamado de ese histrión de Alfonso XIII, el peor dramaturgo de todos los malos autores dramáticos que vivan en el país de los toros y de la pandereta, de Martínez Anido y de Maura, ha servido para dar a conocer una cantidad enorme de intelectuales que hacían vida tranquila y silenciosa en el retiro apacible de sus modestos hogares. De golpe y porrazo, hombres desconocidos se han elevado a la categoría de inteligencias privilegiadas, capaces de comprender toda la trama oscura y llena de sinuosidades, de ese desfilar y accionar de personajes que el señor Benavente ha dado en llamar teatro dramático. Tenderos excelentes en el arte de medir lienzos y percal; agencieros del 48 %, toda esa hez que han arrojado a estos lares los suburbios madrileños, se ha creído en el deber –a fuerza de intelectuales improvisados– de aplaudir, elogiar y festejar, al director de la compañía que regenta la anciana y senil señora Membrives. Hasta don Héctor, el inefable don Héctor Arancibia Laso, defensor de los prestamistas, sociólogo inventor de la sublime fórmula de solucionar a garrotazo limpio la cuestión social, eximio ganador de elecciones, se ha creído un momento intelectual junto con el señor Guillermo Canales (?) y se ha sentado, codo a codo con la usura del 48%, en la mesa en la cual se festejaba al señor Benavente. Sólo ha sido de sentir, en este cúmulo de atenciones y cortesanía, la ausencia de las dos únicas lumbreras de verdad que tenemos en el país: don Enrique Molina “rector moral” de la Universidad de Chile, y don Régulo Valenzuela, propietario de todos los molinos y producción de harina de Santiago.

PROTESTAMOS

A pesar de ser hijos de esta tierra aún no conocemos la sabia y liberal constitución que nos rige. Pero entendemos que, así como hay una disposición de incompatibilidad entre percibir sueldo del Estado en alguna repartición pública, y ser al mismo tiempo representante del pueblo, debe existir también más de una prohibición que impida ser juntamente empleado presidencial y agente viajero de una casa comercial cualquiera. Se nos ha ocurrido esta reflexión, con motivo de la carta enviada por S. E. –léase su excelencia, no, salvo error– al director de una guía mercantil que se publica en Santiago, y en la cual le recomienda la preparación de un número especial con motivo del terremoto del norte. Todos saben que S. E., en el mejor barco de la armada, en el único que nadie, –excepto los que padecen perturbaciones mentales, puede sufrir las molestias y contrariedades del mareo, se dirigió al lugar del siniestro. En ella, así por lo menos, lo han dicho los grandes rotativos, paseó a caballo, fue agasajado con fruición, habló, –él, que abomina de hacerlo hasta en privado–, de la patria, de la humanidad, del dolor ajeno; de los que no tienen sentimientos nobles y le ponen trabas a su gobierno, etc.; se fotografió profusamente en medio de un montón de escombros, cuadro tétrico y desolador que da la impresión exacta de su gobierno, que conduce al país a la más completa y segura ruina. En una palabra, hizo todo lo posible por recuperar, en parte, su perdida popularidad. Cierto que no obtuvo sanar lisiados, curar heridos, resucitar muertos; pero, no lo es menos que sólo un Jesucristo puede hacer todas estas cosas; y, feliz o desgraciadamente, parece que los charlatanes ya no se reproducen. Pues bien, volviendo a nuestro asunto, seguiremos sosteniendo que no es un acto de corrección administrativa el que S. E., favorezca con sus pedidos a una sola de las mil publicaciones que hay en el país. Esto nos llevaría el establecimiento de una casta privilegiada, hecho anti-democrático que no acepta nuestra legislación igualitaria, para quien es inocente todo asesino millonario y criminal todo el que propague ideas subversivas. Protestamos, protestamos; no podemos quedar conformes con que S. E., le haga “reclame” a una revista comercial y se desentienda de nuestro periódico.

HUMANITARISMO SOSPECHOSO

Para proceder al socorro de las víctimas del terremoto habido en las provincias del norte, se ha constituido un comité formado por personajes de alta figuración política y social; es decir, de individuos honrados de prestigio y de talento. Tienen participación en él don Ismael Tocornal, dueño de los vinos de su respetable apellido, ex-presidente del comité pro-aviación nacional, cuyos fondos administró tan cautelosamente que todavía no ha sido posible comprar un solo avión; el devoto obispo Edwards, director espiritual de toda la juventud femenina; el sastre y diputado demócrata, señor Luis Correa Ramírez, sin más méritos que ser ambas cosas, y el señor Alfonso Bulnes. Como todo el mundo recordará, este benéfico y altruista señor Alfonso Bulnes, es el que en su carácter de gobernador de Punta Arenas, dirigió personalmente el asalto incendio y saqueo de la Federación Obrera de Magallanes. (Su hazaña, según algunos, su crimen, según otros, fue, como no podía menos de serlo, premiado por el Gobierno liberal del señor Alessandri). De ahí que nos haya llamado vivamente la atención el ver su nombre en una obra que seguramente va a beneficiar al pueblo, a las clases menesterosas, que él mismo contribuyó a asesinar cobardemente el año 20. ¿Será que este señor paga un remordimiento de conciencia o que tiene la seguridad de que va a ser muy crecida la cantidad de dinero que pasará por sus manos? Dados los antecedentes expuestos, nadie dejará de creer lo último; nosotros tampoco estamos distantes de aceptar esta opinión.

¿UN HACHA QUE AFILAR?

Labarca, don Santiago Labarca, el hombre del “proceso fatal”, revolucionario inédito de unas Memorias también inéditas, ha empezado a desplegar últimamente en la “tribuna sonora” una actividad inusitada que nos tiene justamente preocupados. No hay sesión en la que el señor Labarca no trate de probar que ha sobrevivido al infinito número de revistas de su propiedad, que han tenido la vida ligera y efímera de una rosa mañanera. Habla sobre los falsos rumbos que sigue la enseñanza nacional; sobre las fuerzas liberales y radicales del país; censura al Gobierno coreando los gestos tartarinescos de Ismael Edwards, catón de guardarropía; protesta, –el audaz internacionalista de ayer–, con lágrimas en los ojos de que se vaya a lesionar la integridad territorial con la aprobación del protocolo, ese negociado de pura cepa burguesa; declama, grita, gesticula; busca, en fin, todos los recursos de su repertorio de actor de teatro barato para darnos la impresión de que todavía existe. Sin embargo, este señor Labarca, de tan descollante actuación, es el mismo que a principios de su carrera legislativa habló de acusar a Juan Luis Sanfuentes, el siniestro tiranuelo responsable de la movilización que arruinó al país, del asalto a la Federación de Estudiantes, del saqueo a las organizaciones obreras, etc., acusación que, por razones de índole partidista y de baja politiquería jamás llegó a formalizar. Ante estas dos actividades tan opuestas y contradictorias, el silencio diplomático de ayer y la exuberancia parlera de hoy, nos hemos preguntado: ¿será que el señor Labarca, temiendo perder para el próximo período su banca legislativa, empieza a hacerse el interesante en los círculos obreros por su actitud opositora ante las debilidades y torpezas del arlequín que prometió hacer “la grandeza de los pueblos y la prosperidad de las naciones”? Y nuestra pregunta ha tenido una respuesta afirmativa y nos hemos dicho: el señor Labarca es el hombre que tiene una hacha que afilar.

DIMAS.